Hola, soy Juan Martín Rodríguez. Por lo general, cuando a la gente se le pregunta cuál considera que es la palabra clave del ecosistema emprendedor, suelen identificar a una buena idea como la piedra angular de cualquier emprendimiento. En realidad el disparador, la esencia de cualquier proyecto es la oportunidad y la idea cumple la función de capturar a esa oportunidad. Una idea que no captura una oportunidad es una idea que pierde totalmente el sentido. En el libro "La actitud emprendedora" de Rita Gunther McGrath y Ian MacMillan encontramos que un emprendedor debe desarrollar los siguientes hábitos: buscar apasionadamente las oportunidades, perseguir las oportunidades con disciplina, perseguir solamente las mejores oportunidades, focalizarse en la ejecución e involucrar a todos a su alrededor. Fíjense que búsqueda y validación de la oportunidad precede a cualquier ejecución, aún a la definición del modelo de negocios, del que hablaremos más adelante. Ahora que conocemos la importancia de las oportunidades, ¿dónde podemos buscarlas? Los ámbitos cambiantes, como los que se presentan habitualmente en nuestra región, suelen ser grandes fuentes de oportunidades. Los cambios demográficos y regulatorios, la globalización que permite llevar elementos de una cultura a otra, los nuevos valores, como el cuidado del medio ambiente, o las nuevas tendencias, como los cuidados en la alimentación y la actividad física, son sólo algunos ejemplos. Permanentemente, en el ecosistema emprendedor se confunden los conceptos de oportunidad y de idea. Cuando le preguntas a un emprendedor cuál es la oportunidad que está capturando con el proyecto que tiene en mente, te describe la idea con la cual está intentando hacer esa captura y la realidad es que son dos conceptos absolutamente diferentes. Vamos a ver un ejemplo que grafique claramente cuál es la diferencia conceptual entre idea y oportunidad. La detección de celíacos crece a pasos agigantados desde hace años. Esto genera una creciente necesidad de productos y servicios para personas con este trastorno, que el mercado no está abasteciendo en cantidad, calidad y precio. Ahora bien, dada esta oportunidad las ideas que podemos imaginar para capturarlas son muchas y muy diferentes. Por ejemplo, puede pensarse en una línea de productos alimenticios para celíacos o ya existe, por mencionar algunos emprendedores que detectaron esto, oferta de chipá o pastas libres de gluten. Pero los celíacos también necesitan productos dermatológicos que les sean amigables y varios emprendedores y también grandes empresas crearon cremas y tratamientos de belleza que un celíaco puede utilizar. Pero la variedad de ideas, tras esta oportunidad, no termina ahí. Una aplicación que permite leer un código de producto y brindar información sobre su contenido de taq, también sería de utilidad para un celíaco. Así también, como libros digitales o impresos con recetas aptas. Fíjense que conceptualmente oportunidad e idea son términos muy distintos. La primera es condición para que la segunda tenga sentido. Si no hubiera celíacos o los hubiera en número decreciente, nuestro ejemplo demuestra que no tendría sentido imaginar los productos y servicios que enumeramos, o al menos no lo tendría desde un punto de vista comercial. Si bien dentro del proceso emprendedor solemos ubicar cronológicamente a la oportunidad antes que a la idea, en algunos casos el camino se transita en forma inversa. A veces la idea precede a la oportunidad, pero de todas formas esta última debe validarse. Una idea no es un buen proyecto por el solo hecho de ser innovadora, creativa o gustarle al emprendedor que la tuvo. Para ser un proyecto viable, debe existir un mercado, personas u organizaciones que se vean favorecidas por su existencia y cuyas condiciones de adquisición o contratación les parezcan razonables. Esta validación obliga al emprendedor a salir del laboratorio para testear a quienes serían los usuarios o compradores de su proyecto. De esta manera el riesgo, ese riesgo el que los emprendedores enfrentan permanentemente se reduce drásticamente. El GEM es el "Global Entrepreneurship Monitor" y es un estudio que se hace en más de 40 países, investigando la relación que existe entre desarrollo económico y desarrollo emprendedor. Este estudio detecta que hay dos grandes disparadores de proyectos en todo el mundo: uno es la oportunidad y otro es la necesidad. En este último caso, por ejemplo, una persona que pierde su trabajo recibe una indemnización, inicia un negocio sin analizar el mercado, sin pensar en la competencia, sin pensar en cuál es el diferencial que está brindándole a esta demanda que puede o no generarse. En cambio, cuando el disparador de un proyecto es la oportunidad, el equipo emprendedor va analizando cada uno de los aspectos críticos para el desarrollo de este proyecto, armando un plan de negocios y componiendo un equipo sólido y multidisciplinario para llevarlo a cabo. En estos casos la tasa de fracaso es muchísimo menor que en aquellos proyectos que están disparados por la necesidad.