Hola. Bienvenidos a este video, en el que os mostraremos algunas de las herramientas que nos ofrece la tecnología digital para el análisis de grabaciones musicales. Durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente en los últimos años, la musicología se ha esforzado en buscar nuevos modelos para el análisis musical, partiendo de representaciones gráficas alternativas. Desde los primeros sonogramas modernos obtenidos en los 60, gracias al melógrafo de Charles Seeger, hasta los reveladores análisis gráficos de interpretaciones pianísticas, propuestas por Bernard Gebel y Richard Bitner, son muchas las herramientas para complementar y, de hecho, ir mucho más allá de lo que permite una partitura convencional. A pesar de las interesantes aportaciones de algunos teóricos, lo cierto es que, por lo general, seguimos sujetos a unos procedimientos analíticos muy arcaicos, modelos de análisis que prácticamente no han evolucionado en mucho tiempo. Vamos a ver entonces qué opciones nos brindan las humanidades digitales para esas nuevas aproximaciones al análisis musical. El modelo más conocido de representación gráfica del sonido es el sonograma, desde el cual medimos la evolución de la amplitud en el tiempo. Aunque parezca algo relativamente banal, son muchos los parámetros que pueden ser analizados empíricamente desde el sonograma. Aspectos que nunca nos mostraron en la partitura o que simplemente quedan a merced de la subjetividad del analista, del crítico musical o del melómano cuando trata de analizar una grabación. No estamos diciendo para nada que esta subjetividad deba ser aniquilada o sustituida, pero sí debemos tomar consciencia de la posibilidad de analizar las grabaciones desde un punto de vista empírico, si así lo deseamos. Parámetros esenciales como la forma, la estructura de una pieza, la dinámica, la tímbrica, la afinación o la agógica temporal, es decir, ¿cómo los intérpretes mueven y gestionan los valores temporales respecto a la norma, pueden ser empíricamente analizados? Vamos a ver cómo y en qué casos eso puede resultar una herramienta muy interesante. La visualización de los cambios de amplitud en el tiempo nos permite abordar grandes formas y analizar de manera precisa múltiples relaciones estructurales. Pero también nos permite adentrarnos en elementos mucho más sutiles, pero no por eso menos importantes, como la envolvente de cada nota ejecutada, siempre y cuando estemos ante un archivo no polifónico. Observar esa evolución de la amplitud en el tiempo, que eso sería una definición simplificada de la envolvente de un sonido, nos permite apreciar detalladamente elementos como el ataque de una nota, la forma en que el intérprete y su instrumento la mantienen, de qué manera la nota se extingue, etcétera. Un modelo especialmente espectacular es el sistema de Gebel y Bitner, citado anteriormente. En esta imagen, por ejemplo, podemos comparar detalladamente las interpretaciones de cuatro grandes pianistas sobre la misma obra, sincronizar el sonograma con la partitura y, de ese modo, complementar de manera empírica cualquier apreciación analítica. Sin embargo, el modelo va mucho más allá, y nos permite plantear un análisis tridimensional que nos muestre las relaciones entre volumen, tiempo y velocidad de ejecución, es decir tempo. Otra herramienta ineludible es la que nos permite la modificación de la altura y el tempo de una grabación. Se trata de aplicaciones diseñadas originalmente para la corrección de la afinación o ejecución temporal de interpretaciones musicales, por lo tanto, herramientas propias del ámbito de la producción musical, que han sido desgraciadamente muy poco explotadas desde la perspectiva del análisis musical. En ese sentido, existen numerosas técnicas que resultan sumamente interesantes y que permiten incluso separar las distintas voces de una grabación polifónica. Y en el caso, por ejemplo, de polifonías no occidentales, o no temperadas, valorar de forma muy concreta y empírica sus modelos de afinación. También la tímbrica resulta ser un elemento tradicionalmente descuidado en lo que a herramientas analíticas se refiere. Es muy habitual hablar del color de una voz, de su nasalidad, o incluso de sonidos cristalinos, abellotados, gruesos, cálidos, todo ello conforma un corpus léxico que es funcional, pero que podría ser complementado con procedimientos empíricos que permitan entender por qué hablamos y por qué atribuimos tales adjetivos en cada caso. Si nos adentramos aún más en las capacidades de la tecnología digital para el análisis de música grabada, encontramos casos particularmente interesantes, como el que ocupa parte de nuestras investigaciones con rollos de pianola. Algunos de esos rollos fueron grabados entre 1900 y 1930, con una tecnología que rápidamente quedó eclipsada por el disco. Por eso, difícilmente, hemos oído hablar de ellos. Sin embargo, hay que reivindicar ese soporte sonoro como el primer gran sistema de difusión masiva de música. Su particular sistema de almacenamiento de datos que, de hecho, guarda ciertos parecidos con la codificación digital, resulta particularmente útil para ilustrar cuestiones sobre perfil melódico, tempo, construcción armónica, o parámetros del todo inapreciables en cualquier otro formato. Al digitalizar las grandes colecciones de rollos de papel perforado que se conservan en museos, bibliotecas nacionales, encontramos unos códigos que resultan ser análogos a un fichero MIDI, que codifica parámetros esenciales como el tempo, la intensidad, la duración, la alineación temporal de cada nota, etcétera. La visualización o, mejor dicho, la audiovisión, en términos de Michel Chion, de un archivo de ese tipo, abre un sinfín de posibilidades para el análisis. Nos adentramos en una dimensión completamente distinta, desde la que podemos apreciar la arquitectónica de las estructuras reales de una interpretación musical. El acceso a esa dimensión compleja, nos permite visualizar cada pequeño detalle que esconden las grabaciones históricas de pianistas como Stravinski, Rachmaninov, Granados o Strauss, por citar solo algunos. Por lo tanto, estamos accediendo, con la tecnología del siglo XXI, al código genético de la interpretación musical de esos grandes artistas del XIX. Eso, sin duda, plantea nuevas e interesantes aproximaciones desde la perspectiva, tanto del análisis interpretativo como del análisis musical en general. [AUDIO_EN_BLANCO]