Vamos a acercarnos a estas piezas Baschet originales y a intentar discernir estas partes de estos elementos funcionales que comentábamos. Por un lado, en esta pieza el sistema de osciladores son estas barras, fijas por un extremo y libres para vibrar en el otro. Al tener longitudes distintas, aportan frecuencias distintas. Del mismo modo, vemos que, aunque las podamos percutir, también podemos frotarlas. Fijémonos que, en función del punto de fricción, podemos estimular un modo u otro de vibración. Estos modos de vibración inarmónicos son muy habituales de los Baschet y son un tema de estudio a profundizar en ello. Evidentemente, estas vibraciones estimuladas en estas barras, con gran parte de componentes de frecuencias muy bajas, requieren estos difusores acordes para estas longitudes de onda tan largas, tan graves. En este caso es metálico el material de los difusores, también acaba de colorear, en este sentido, los altavoces, los difusores de los Baschet, también actúan como este añadido de resonancia que veíamos. La distribución de la gama, por un lado, nos damos cuenta que en función de la longitud de las barras, hasta 2 metros, nos aportarán tonalidades y sonoridades distintas. Y en este caso, por ejemplo, nos damos cuenta de que están dispuestas radialmente y sin seguir un orden de grave a agudo, de manera que eso invita al espectador, a investigar... encontrar secuencias, afinidades, etcétera, como motivo del juego. Simplemente, para terminar este bloque de los resonadores, nos damos cuenta de que los altavoces de por sí, en el caso de los Baschet, también actúan como resonadores, y que el sistema entero establece unas resonancias, de manera que, aunque pare la vibración de un oscilador, quedará una cierta resonancia. El resto del sistema sigue resonando. Este es un modelo de cristal de uso casero, para casa, una pieza intimista, pequeñita, una flor de cristal de François Baschet. El oscilador son las mismas barras que estamos viendo en el resto de las piezas, pero la acción se lleva a cabo a través de la fricción. El diseño de los altavoces, su geometría, su materia, estos pliegues, estos cortes, es lo que determina la cantidad de armónicos que entran en resonancia. Y también la posibilidad de una distorsión dinámica, tocar flojito o romper el sonido. Muchas de las piezas Baschet, algunas de pequeño formato como éstas, otras de gran formato o para espacios públicos, dejan al usuario en una situación de menos control que lo habitual ante un instrumento musical, por varios medios. En este caso, por ejemplo, toda la acción depende del movimiento de un péndulo y del baile del sistema por encima. Eso nos permite jugar hasta cierto punto y aceptar lo que suceda. Este gong, concebido inicialmente para ser colgado, cuenta con varias planchas de materiales distintos, de aluminio, de inoxidable y unas láminas. Las láminas emiten un sonido a través de todo y todo entra en resonancia. Esta percusión silbante se compone de láminas como las de un vibráfono, pero están suspendidas en vertical, de manera que el modo de oscilación transversal habitual, resta prácticamente inaudible y lo que escuchamos son modos superiores mucho más agudos. Esta pieza, el resorte, forma parte del instrumentarium pedagógico Baschet, comercializado y usado alrededor del mundo para trabajar con todo tipo de colectivos. Están pensados para que cada uno de ellos tenga una tímbrica, una colaboración en particular y, por ejemplo, utilizan osciladores inarmónicos, como el resorte éste. El resorte acumula, en tanto que oscilador, ya de per se, acumula un montón de energía y la distribuye a lo largo del tiempo. De este modo nos permite trabajar sobre largo, corto, reverberación o reverberación, etcétera, y palpar las vibraciones con las manos. Este set de cruces de láminas fijadas, nos muestran el primer tipo de amplificación de radiación que utilizaron los Baschet, que fueron hinchables, como las pelotas de playa, que con el tiempo fueron sustituidos por otras pruebas con conos de otros materiales. Esta es una pieza muy, muy antigua, que nos muestra esta primera aproximación a añadir mayor superficie al oscilador. Otra percusión multímbrica, con los sonidos más bien secos de las láminas, y sonidos mucho más densos y opacos. Esta pieza es ideal para tocar varias personas a la vez. Fijémonos que los osciladores son láminas de metal, como las que estaremos viendo en otras piezas y, aún así, la sonoridad es prácticamente de madera, dado que los altavoces son de cartón. Esto que aparenta ser un piano, en lugar de tener cuerdas por osciladores, tiene estas barras metálicas, afinadas, esto es lo fundamental o lo que percibimos como fundamental, en una escala cromática, pero todos los parciales inarmónicos de las barras entran en unas resonancias particulares, aportando sextas, novenas, etcétera. Sonidos como de campana. Otra percusión multitímbrica basada en las barras roscadas de ferretería, fijadas por un extremo. Algunas de las barras son muy cortas y tienen pesos, otras barras tienen pesos intermedios para alterar la composición de los de los parciales y un sistema en que logramos tener tonos muy claros con una tímbrica muy limpia. Se pueden frotar, se pueden percutir. Otra percusión multitímbrica, en este caso sin ninguna tonalidad en particular, explorando barras dobladas, barras con pesos, barras con pesos en los extremos, barras muy cortas y láminas, incluso cuerdas puestas para resonar por simpatía. Este arpa utiliza cuerdas de guitarra convencionales. La diferencia en el sonido está en que los altavoces son estas formas de acero inoxidable que aportan una reverberación, una resonancia, maravillosa. Este cristal funciona exactamente igual que el pequeño que hemos visto y que los cristales grandes cromáticos más instrumentales para interpretación. En este caso, nos hallamos ante una escultura, una escultura sonora. El altavoz, dada su geometría, dada su consistencia, filtra el sonido generado en el cristal y la textura, la distorsión, que puede generar, es más consistente, más más corpórea.