Como respuesta a la crisis financiera surgieron diferentes entidades de crédito, en su mayoría pequeños bancos que representan una nueva generación de bancos. Se les conoce como Neobancos, realizando su actividad, casi en su totalidad, de forma online. Se trata de bancos digitales. En algunos casos, los servicios bancarios que ofrecen sólo son accesibles a sus usuarios exclusivamente a través de dispositivos móviles, como es el caso de los bancos Atom Bank o Tandem Bank, ambos británicos, o el alemán Number26. Estas nuevas empresas se plantean los servicios bancarios como una plataforma informática y convierten a los bancos, en realidad, en empresas tecnológicas, en empresas de software. Su actividad se centra en envío de dinero entre particulares, tarjetas de crédito o cuentas corrientes. No cuentan con una red física de oficinas. Ante este nuevo escenario, los bancos tradicionales se han visto obligados a mejorar sus servicios bancarios empleando las nuevas tecnologías. Una de ellas es la inclusión de aplicaciones que los clientes ya suelen usar habitualmente en sus dispositivos móviles y que, además, sirven para comunicarse diferentes aplicaciones entre sí intercambiando los datos. En España, por ejemplo, BBVA lidera el sector de la banca móvil con siete millones de usuarios ya en 2015. Seguido, está el Banco Santander con 5,5 millones o CaixaBank con 2,6 millones, ING es el que va a la cola. El resto de entidades no alcanza al millón de usuarios. De hecho, la directiva de servicios de pago obligaba a partir de 2018 a que las entidades bancarias abrieran sus servicios de pago, previa autorización de los clientes y de su autenticación, a terceras empresas. Son los proveedores de servicios de iniciación de pagos y los proveedores de servicios de información de cuentas. Todo ello se lleva a cabo mediante el desarrollo de concretas aplicaciones con terceros. El activo patrimonial que representan los datos personales, en este caso datos financieros, en manos de todas estas nuevas entidades, va a suponer un valor incalculable para ellas del cual el usuario, que es el cliente minorista, no siempre es plenamente consciente. Uno de los sectores de la actividad bancaria que más va a notar la transformación disruptiva, es el de las operaciones de pago. En este ámbito se centran muchas fintech y demás empresas que hemos destacado, así como la digitalización de la banca tradicional. En concreto, la supresión del dinero en efectivo, la ejecución de operaciones de pago mediante dispositivos móviles y, en especial, mediante el teléfono móvil y la realización de estas operaciones en tiempo real. En concreto se trata de pagos para compras online, compras en tiendas físicas y pagos entre particulares. La actividad relacionada con las operaciones de pago genera todo un conjunto de servicios adicionales, como son domiciliaciones, alertas, movimientos entre cuentas, avisos, tarjetas de crédit, respecto de las cuales el titular debe estar puntualmente informado. Esas actividades han sido tradicionalmente ofrecidas por la banca, cobrando una serie de comisiones que han supuesto un negocio muy lucrativo para ellas. Estas operaciones que son las conocidas operaciones bancarias neutras en la actualidad, ya se ofrecen por este tipo de empresas de forma más eficiente y a menor coste.