En este video, lo que pretendemos hacer es darles un paseo por las diferentes maneras en las que se ha entendido tradicionalmente la pobreza. Cada una de esas maneras lleva a una forma específica de medir pobreza y una unidad de análisis particular. Entonces, lo que queremos es que ustedes tengan ese conocimiento de las maneras tradicionales en las que se ha entendido la pobreza. Para eso los vamos a invitar a un juego y es el siguiente. Si ustedes tuvieran que clasificar un grupo de personas entre pobres y no pobres, ¿cuál sería el criterio que utilizarían para hacer esa selección? Vamos a darles un momento para pensarlo. Probablemente, ustedes, como la mayoría de la gente, habrá pensado que la mejor manera para clasificar a esta gente es el ingreso, es decir, de cuánto dinero requiere una persona para satisfacer sus necesidades más básicas y si cuenta o no cuenta con ese nivel de ingreso. Pues esta ha sido la manera más tradicional de medir la pobreza y vamos a empezar por ahí. Pero lo que esperamos hacer es profundizar en otras maneras que complejizan esa visión. Así es que empecemos. La pobreza como ausencia de ingresos ha sido una de las maneras más tradicionales de entender este problema. Sus inicios se remontan a la década de los 60 cuando, gracias al desarrollo tecnológico y al aumento en el nivel de vida, comienza a aparecer en el debate público y académico las disparidades en los ingresos en las sociedades de los países de la posguerra. Será justamente la aparición en la agenda política de esa preocupación la que les motivará que se busque analizar la variación de los ingresos en el tiempo y se creen metodologías para su medición, logrando así definir quiénes cuentan con unos ingresos insuficientes para cubrir algunas condiciones mínimas de existencia. Destaca dentro de la historia el gobierno del presidente Johnson en Estados Unidos, quien en 1964 declaró la guerra contra la pobreza, alentando así la creación de instituciones dedicadas a la recolección de información y la creación de indicadores para su evaluación en el tiempo. Sólo hacia los años 80, gracias al desarrollo de sistemas de recolección y análisis de esa información, instituciones importantes como el Banco Mundial liderarán el análisis comparativo de este fenómeno, derivando en la construcción de una línea internacional que podrá calcular cuántos pobres hay en el mundo o en una región determinada y, a la vez, orientar programas y políticas para su reducción. Ahora bien, en concreto, ¿qué es la pobreza monetaria? La pobreza monetaria o pobreza como ausencia de ingresos es un indicador que ha definido que una persona es pobre cuando sus ingresos no le alcanzan para cubrir unas condiciones mínimas de existencia. Es decir, cuando el dinero con el que cuenta no es suficiente para al menos alimentarse, vestirse y tener un techo donde vivir. Un pobre extremo es quien solo cuenta con los recursos para cubrir su alimentación. Teniendo en cuenta que en cada país el nivel de ingreso que se requiere para alcanzar estas condiciones mínimas de existencia depende del costo del nivel de vida, el Banco Mundial ha utilizado una metodología que consiste en lo siguiente. Primero, se identifica la medida de pobreza nacional de los países más pobres del mundo. Esa medida es producto de las encuestas nacionales de hogares que aplican cada país. Segundo, posteriormente las convierte a dólares a través de la tasa de cambio de un momento definido en el tiempo. Esto permite homogeneizar los precios y es lo que se conoce como Paridad de Poder Adquisitivo. Y tercero, finalmente, se saca un valor promedio de los ingresos que fija el mínimo de ingresos para contar con unos mínimos de existencia. Para 1990, la línea internacional de la pobreza se fijó en un dólar al día por persona. Luego, en 2005, con datos más actualizados y tomando como referencia 15 líneas de pobreza nacionales de algunos de los países más pobres, la línea internacional de pobreza se fijó en un dólar con 25 centavos. En el 2015 se hizo una nueva actualización fijando la pobreza monetaria en un dólar con 90 centavos. Como podemos observar, la pobreza monetaria es una metodología muy interesante para analizar la pobreza comparativamente entre países y a nivel mundial. Por tanto, tiene como unidad de análisis no el individuo o su hogar, sino el país. Entonces, según esta definición, Latinoamérica cuenta con 184 millones de pobres que equivalen al 30,2 por ciento de la población y 62 millones de pobres extremos que equivalen al 10,2 por ciento de su población, muy a pesar de que la tendencia en la última década ha sido a la baja. Finalmente, vale la pena recordar que el ODS uno "Fin de la pobreza" en su meta 1.1 prioriza erradicar para todas las personas y para todo el mundo la pobreza extrema, es decir, las personas que viven con un dólar con 25 centavos al día. En este caso, América Latina aún enfrenta importantes retos para un volumen importante de su población. Usted también puede pensar que esta mirada es literalmente muy pobre, muy simple, pues las personas no solamente necesitan sólo ingresos para vivir, sino que necesitan tener acceso a bienes y servicios, aunque no puedan pagarlos. De esa manera, la pobreza, más que ausencia de ingresos, se entiende como ausencia de bienestar. Así pensaron los expertos de la Cepal cuando introdujeron en América Latina en los años 70, 80, el NBI, índice de Necesidades Básicas Insatisfechas. Hubo dos hitos. El primero fue cuando en Chile se construyó el mapa de pobreza extrema en 1975; y, el segundo, el lanzamiento del estudio de la Cepal en 1980, conocido como "la pobreza en la Argentina, Indicadores de necesidades básicas insatisfechas" a partir de los datos de los Censos Nacional de Población y Vivienda. El índice de NBI pone la lupa sobre los hogares mirando si la vivienda tiene unas condiciones físicas adecuadas para que vivan personas, por ejemplo, las paredes, los pisos, la ubicación; si los niños entre 6 y 12 años que viven allí van a la escuela; si ese hogar cuenta con servicios públicos de agua y servicios sanitarios; si duermen más de tres personas por dormitorio y, además, miran la vulnerabilidad económica al preguntar si el jefe de hogar solo tiene máximo 2 grados de escolaridad o si, por cada persona con trabajo, existen otras tres que no lo tienen. Entonces, "pobre" en un hogar es que cumple al menos una de esas condiciones y, "en condiciones de miseria", es un hogar que cumple con dos o más de esas condiciones. Recordemos que en el NBI estamos analizando el hogar. Ahora, el NBI no es el único indicador. En 1986 varios académicos, Beccaria y Minujin en 1985 y Katzman en 1989 desarrollaron el índice de Método Integrado de Pobreza, MIP. El MIP busca contrastar las necesidades básicas y los bienes que se pueden adquirir con los ingresos por núcleo familiar, es decir, integran la pobreza monetaria a través de la línea de pobreza y la no monetaria, mediante NBI. Ahora, todos nos preguntamos cuál es la clasificación de los pobres a partir de esa medición combinada. Tenemos cuatro clasificaciones: los pobres crónicos, los pobres recientes, los pobres inerciales y los pobres integrados socialmente. En el siguiente diagrama, podemos ver la clasificación mencionada anteriormente. Pobres crónicos tienen al menos una necesidad básica insatisfecha y sus ingresos o gastos están por debajo de la línea de pobreza. Los pobres recientes no son pobres por NBI, pero sus ingresos o gastos están por debajo de la línea de pobreza. Ahora, los pobres inerciales tienen al menos un NBI, pero sus ingresos o gastos están por encima de la línea de pobreza y los no pobres no tienen necesidades básicas insatisfechas y sus ingresos o gastos están por encima de la línea de pobreza. Como hemos visto hasta ese momento, los indicadores miden más allá de los ingresos, tienen una mirada de los hogares. Pero muchos de nosotros hemos escuchado en las noticias que se afirma que hay países más pobres que otros. En los años 90, el economista paquistaní Mahbub ul Haq desarrolló el Índice de Desarrollo Humano utilizado por el PNUD para analizar los niveles de bienestar alcanzados por una sociedad y, así, indicar su nivel de desarrollo. El PNUD, desde entonces, emite anualmente informes de desarrollo humano. Lo que se tiene en cuenta para cada país es lo siguiente. Primero, la esperanza de vida al nacer. El segundo corresponde al nivel de educación que se mide de la combinación de la tasa de alfabetización de los adultos en el país y la tasa bruta de matrícula combinada de primaria, secundaria y nivel universitario. Y, finalmente, se tiene en cuenta el nivel de vida medido por el PIB real per cápita en dólares. Para calcular el IDH de cada país es necesario crear un índice para cada uno de sus tres componentes. A fin de calcular los índices de esos tres componentes, esperanza de vida, educación y PIB, se escogen valores mínimos y máximos que son valores de referencia de cada uno de los tres indicadores. Cada componente toma valores entre cero y uno, siendo uno el que representa la mejor condición. Y con ese indicador se puede identificar cuáles países tienen una condición que restringe las oportunidades de las personas para tener una vida digna. Una vez el PNUD calcula el IDH, esa institución clasifica el resultado en cuatro niveles: desarrollo humano muy alto, alto, medio y bajo. Veamos algunos ejemplos de IDH en América Latina de ese indicador. En el caso del indicador del IDH mundial para el nivel muy alto, en 2017, fue de 0.89. En esa categoría, los tres primeros países que se ubican en el ranking son Chile en el puesto 44, Argentina en el puesto 47 y las Bahamas en el puesto 54. Ninguno de ellos está por encima del IDH mundial para esa categoría. El IDH mundial del nivel alto en 2017 fue de 0.75. Los primeros países de América Latina que se encuentran en ese nivel son Costa Rica en el puesto 63, Panamá en el puesto 66 y Trinidad y Tobago en el puesto 69. Todos los países, en ese caso, están por encima del IDH mundial. El IDH mundial del nivel medio en 2017 fue de 0.64. Los primeros tres países que aparecen de América Latina en el ranking son: El Salvador en el puesto 121, Nicaragua en el puesto 124 y las Guyanas en el puesto 125. Y finalmente, el único país de América Latina que se ubica en la categoría baja, cuyo IDH mundial fue del 0.50, es Haití en el puesto 168. La pregunta que todos nos hacemos es ¿y cómo vamos con el cumplimiento del ODS 1 en su meta 1.2, reducir a la mitad la pobreza en todas sus dimensiones? Según la Cepal, los países que primero cumplirían con la reducción de la pobreza a la mitad antes de 2025 serían Chile, Argentina y Uruguay. Y los países que aún tienen desafíos importantes para cumplir con la meta son México, El Salvador y Honduras. Gracias, Sara y María Fernanda por introducirnos en dos maneras distintas de entender la pobreza y las medidas que les corresponden. Sara nos habló de una manera unidimensional donde se considera una sola dimensión, que es el ingreso. Y María Fernanda nos empieza a explicar ya unas multidimensionales, como el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas. Entonces, en 2010 quisimos poner otro hito que es el lanzamiento como tal del índice de pobreza multidimensional para entenderlo como una forma distinta de ver la pobreza. Porque realmente lo que ese índice hace es recoger la perspectiva de Amartya Sen de "Desarrollo como libertad" en donde él dice "si, el crecimiento económico es importante, pero es como un medio para el fin del desarrollo, que es que cada persona se desarrolle, desarrolle su verdadero potencial". Así que eso es lo que recoge este índice y lo lanzan el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Universidad de Oxford en el año 2010, en el vigésimo aniversario del informe mundial de índice de desarrollo humano. Entonces, lo que quiere hacer este índice es usar la noción de las capacidades para mirar el nivel de pobreza en distintos niveles de agregación. Entonces, el índice de pobreza multidimensional mide la cantidad de personas por hogar afectadas por privaciones simultáneas y el número de carencias que enfrentan en promedio. Este índice está compuesto por múltiples dimensiones, las que cada país escoja, y dentro de cada dimensión escogen también los indicadores sobre cómo medir. Entonces, si un país, por ejemplo, escoge educación como dimensión, puede tomar como indicadores años de escolaridad completados. Es decir, la medición sería, ¿ningún miembro del hogar ha completado más de cinco años de escolaridad? Y el otro indicador sería asistencia escolar, que se mediría así. Al menos uno de los niños del hogar en edad escolar no asiste a la escuela. Si se toma, por ejemplo, la dimensión de salud, los indicadores se medirían de esta manera. Indicadores de nutrición, al menos un miembro del hogar está desnutrido o, por ejemplo, mortalidad infantil, es decir, que uno o más niños del hogar han muerto. Si escogen la dimensión nivel de vida, por ejemplo, se pueden incluir seis indicadores de si el hogar tiene acceso o no a electricidad, a agua potable, a saneamiento básico; si el piso del hogar es en arena, en tierra o en estiércol, si usa combustibles contaminantes para generar energía, tales como leña, carbón, estiércol, o si el hogar cuenta o no con bienes durables como auto. O, también, si el hogar tiene acceso a servicios de la tecnología como radio, televisión, teléfono, tablets, etcétera. Entonces, se toman las mediciones de estas dimensiones y los indicadores. Para calcular el índice, lo que hace es que se recurre a los microdatos de las encuestas de hogares realizados por nivel país. A cada uno de estos indicadores, salud, educación, nivel de vida, se le asigna un valor para luego sacar un ponderado final y así identificar quién es pobre y quién no, según la pobreza multidimensional. Para ser pobre, entonces una persona tiene que ser privada al menos en un 33.3 por ciento de los indicadores seleccionados y un pobre extremo es quien experimenta privaciones en el 50 por ciento o más de los indicadores anteriores. Se considera vulnerable a la pobreza a quien en la encuesta se encuentre con privaciones entre el 20 y el 33.3 por ciento de los indicadores escogidos. En este sentido, entonces, cada miembro de una familia es clasificado como pobre o no pobre en función del número de privaciones o carencias que experimenta su hogar. De acuerdo con el índice global de pobreza multidimensional, que fue publicado en el 2018 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Universidad de Oxford, en este estudio se tomaron en cuenta datos de 105 países, lo cual corresponde al 77 por ciento de la población del mundo y, según esos datos, hay 1.300 millones de personas que experimentan pobreza multidimensional. De esos 1.300 millones, 40 millones están ubicados en América Latina y el Caribe, lo que sería equivalente, por ejemplo, a tener toda la población de la Nación Argentina en pobreza multidimensional o a tener en conjunto toda la población de Chile, más la población de Bolivia, más la población de Paraguay, todos juntos experimentando pobreza multidimensional. De esos 40 millones de pobres en América Latina y el Caribe, 11 millones son pobres extremos. Entonces, si conectamos ahora esto con nuestros ODS y tomamos en cuenta el ODS 1, específicamente las metas 1.2 y 1.4, vamos a ver la conexión directa con estos índices. Para el 2030, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en pobreza, en todas sus dimensiones, con arreglo a las definiciones nacionales. Y la otra meta para el 2030 es garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los más pobres y vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos, asimismo, a las posibilidades en salud, a servicios básicos, a propiedad, servicios financieros, control de las tierras y otros bienes que son necesarios para su subsistencia. Entonces, si vemos estas dos metas de los ODS, encontramos que tienen una relación directa con la manera de entender la pobreza como un fenómeno multidimensional. Entonces, siendo el índice multidimensional de pobreza una de las metodologías más completas para la medición de la pobreza, actualmente muchos institutos nacionales de Estadística e institutos de estudios del Desarrollo en América Latina y el Caribe han empezado a apropiarse de la metodología y a aplicarla en las encuestas nacionales de hogares. De esta manera, y con estos datos, se orienta a la formulación de políticas públicas y de programas para la reducción de la pobreza en la región. Habiendo pasado ya por las diferentes maneras y perspectivas para medir la pobreza, teniendo en cuenta todas estas distintas maneras, vale la pena que nos hagamos la pregunta ¿qué significa cumplir el ODS 1 y sus metas 1.1 y 1.2 que señalábamos antes, esta meta de erradicar la pobreza extrema y la meta 1.2 de reducir al menos a la mitad la proporción de hombres y mujeres de todas las edades que experimenten pobreza en cualquiera de sus dimensiones? Fíjense que, si nosotros usáramos la medición unidimensional de ingreso, una cosa es sacar de la pobreza monetaria a casi 60 millones de personas en América Latina, mientras que si usamos la aproximación de la pobreza multidimensional, lo que tendríamos que hacer es más o menos sacar a 11 millones de pobres de esas condiciones de carencia o de vulnerabilidad. Entonces, cada uno de los caminos implica cosas muy distintas. O, por ejemplo, la meta 1.4, que dice que de aquí al 2030 vamos a garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los más pobres y vulnerables, tengan los mismos derechos a los diferentes tipos de recursos. ¿Eso qué es lo que implica? ¿Implica que los gobiernos latinoamericanos generen esa provisión de servicios? ¿O implica que los gobiernos latinoamericanos estructuren los mercados que generen la provisión de esos servicios? ¿O implica, por otro lado, que los Estados latinoamericanos le den garantía constitucional a esos derechos? Son cada uno de esos caminos muy distintos. ¿Qué implicaciones, sería entonces la pregunta final, tendría cumplir cada una de las metas? Usted, finalmente, como tomador de decisión, si tuviera que escoger un camino y utilizar alguna de las aproximaciones para medir pobreza y para entenderla, ¿cuál sería su decisión?