Comencemos primero diciendo qué es la deontología. Etimológicamente, la palabra de deontología se refiere a la ciencia del deber o los deberes. "Déon" o "deóntos" significa 'obligación', 'deber', y "logia" es 'conocimiento' o 'estudio'. De acuerdo con el periodista Javier Darío Restrepo, quien es especialista en ética periodística y maestro del Consultorio Ético de la Fundación Gabo, la deontología es, por lo tanto, la suma de los deberes personales o profesionales que impone a la naturaleza del ser humano o la naturaleza de una profesión. Es importante saber esto, porque en el caso de tener cuidado y llevar a cabo la deontología en la medida de lo posible, nos convertiremos en buenas personas. En el caso de nuestro ejercicio profesional, nos permitirá esto conducirnos con una calidad ejemplar. En el caso de los periodistas, según el académico de la Universidad Iberoamericana, Ernesto Villanueva, la deontología periodística es el conjunto de principios éticos asumidos voluntariamente por quienes profesan el periodismo por razones de integridad, de profesionalismo o de responsabilidad social. En el periodismo, nos dice Javier Restrepo, la deontología del periodista tendrá, como uno de sus principios y valores distintivos, su compromiso con la verdad. La verdad, como él dice, significa tener una fidelidad a los hechos sobre los que se informa. Puede sonarnos esto muy pretencioso o muy ambicioso y decir que en nuestro oficio o profesión está marcada por una verdad absoluta, rígida, tajante. Por ese motivo, Restrepo nos recuerda, que a diferencia de los filósofos, las religiones o los científicos, las verdades de los periodistas son verdades humildes, de los hechos de cada día, es decir, son provisionales, porque los hechos siempre evolucionan, y eso nos obliga a tener siempre la disposición de corregir, agregar o aclarar las informaciones sobre los hechos. Una fórmula que podría funcionarnos en este ejercicio cotidiano de la profesión sería ofrecer una visión más exacta de los hechos. Y lo que nos aconseja Restrepo es que siempre exploremos el porqué, para qué, dónde, quién y cómo de los hechos. Finalmente, tenemos que asumir una obligación para dar a conocer las verdades que sean útiles para la sociedad, que respondan a los intereses de la gente y no únicamente de nuestra curiosidad. Eso nos llevará a cumplir con otro de los principios básicos y fundamentales del periodismo, nuestra responsabilidad con la sociedad. Si a estos dos valores fundamentales le agregamos la libertad, la independencia, el respeto y la defensa de la dignidad humana, entre otros principios, tendremos como resultado el perfil ideal de un buen periodista. Aunque parecieran ser lo mismo, la ética y la deontología periodística, tienen sus diferencias. De acuerdo con Claudia García Benítez y Armando Ulises Cerón, quienes son académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, la ética nos ayuda a decir en qué consiste una buena actuación, mientras que la deontología formula los deberes y las obligaciones del profesional que se inscriben en un código que avala un gremio. Todos los días, los periodistas se enfrentan a un montón de dilemas éticos. Dependiendo de cada una de las circunstancias, el periodista tendrá que tomar la mejor decisión de acuerdo con su código de ética y la deontología periodística. Entre estos dilemas, suele encontrarse su papel en la sociedad a la hora de informar. Es decir, muchos periodistas se preguntan si su labor sirve a un interés particular o a un interés público. Otros también tienen dilemas relacionados con la libertad de expresión, pues constantemente se preguntan si deberían publicar o callarse a una determinada información. Restrepo nos cuenta que una de las problemáticas más comunes que tienen los periodistas sucede cuando dos o más dilemas chocan con los deberes que marca el oficio o la profesión. Y, para ello, él pone como ejemplo una situación que ayudaría a clarificar un poco más las cosas. ¿Qué puede hacer un periodista en caso de un grave accidente, de estar presente en un grave accidente? ¿Debe de darle prioridad a su deber de informar o ayudar a las víctimas? Para él, la respuesta podría encontrarse en que el periodista pueda establecer cuáles son los deberes más urgentes o prioritarios. Quizá lo primero sería ayudar a las personas y después informar. Todo dependerá de la jerarquización que le dé el periodista a estos temas para tratar de armonizar ambos deberes, buscando que se complementen entre sí. Debemos partir, como decía el periodista Ryszard Kapuściński, de un principio básico: "Los cínicos no sirven para este oficio". ¿A qué se refería el periodista por la cual decía esto? A que es necesario que antes de ser periodista, seamos buenas personas. Esto quiere decir que los valores éticos a la hora de comunicar e informar no pueden estar desligados de nuestro actuar en la vida cotidiana, en la manera en cómo nos desarrollamos en nuestro entorno personal y familiar. Es impensable que seamos defensores de la verdad y la dignidad de las personas en las esferas del ámbito público, mientras en lo privado nos comportamos de forma antiética, siendo malas personas, haciendo daño a los otros y a la sociedad. Si somos buenas personas y constantemente intentamos plantearnos dilemas éticos a la hora de ejercer nuestro oficio o nuestra profesión, y ponemos a prueba nuestra formación, podremos, sin estar exentos de errores, ser buenos periodistas.